Nos importa la música
Escrito por Administrador Plataforma, viernes 20 de noviembre de 2015 , 17:37 hs , en Dpto. Música

 20 de noviembre de 2015 

El departamento de música, dentro de las jornadas de los Derechos del niño,  realió unas actuaciones fuera del aula, para demostrar lo que  NOS IMPORTA LA MÚSICA . Participó casi todo el alumnado de la asignatura de música donde hicieron una grabación con cinco motivos de música, danza, percusión e instrumentación. Quieren  integrarse dentro de la actividad CBS (crea una banda sonora) dentro del II Encuentro de Innovación Educativa que lleva organizando a nivel nacional del percusionista y didacta Antonio Domingo.

Podemos ver el video aqui: https://vimeo.com/146426740?ref=tw-share

 

Por supuesto, también celebraron con esto el día de Santa Cecilia, patrona de la música.

 



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Comentarios
  • Nuria Bohorquez el miércoles 18 de octubre de 2023, 13:48 hs

    En los oscuros pasillos de la educación, donde la ignorancia se esconde como un dragón de la desidia, surgió una historia peculiar, un cuento singular que me lleva a recorrer los recovecos de una escuela como testigo y protagonista. Era un día cualquiera en ese recinto de conocimiento, donde los niños de mi pueblo buscaban con miradas curiosas y brillos de incertidumbre aprender los secretos de la vida y la sabiduría.

     

    El desafío que se presentó a los educadores fue cómo enseñar a estos jóvenes inquietos la importancia de los extintores. Aquellos aparatos de fuego que yacen en las esquinas de la escuela, como centinelas silenciosos que esperan su momento de gloria. Los maestros debían impartir esta lección crucial, pero ¿cómo? La respuesta llegó en forma de una historia hilarante y sorprendente que desató risas, asombro y, lo más importante, sabiduría.

     

    El cuento comenzó en un aula de niños de primaria, con un maestro de pelo canoso y un extintor que yacía en la esquina, ignorado por todos. Este apacible maestro decidió que los niños debían entender la importancia de ese objeto que a menudo pasa desapercibido. Pero, en lugar de una charla aburrida y monótona, ideó una forma creativa de ilustrar su punto.

     

    Una mañana, el maestro entró al aula con un pañuelo de seda y un bastón, como un auténtico mago. Se presentó como el Gran Profesor Ignis, maestro de la magia del fuego, y anunció que tenía una sorpresa. Los ojos de los niños se iluminaron, y su curiosidad se despertó de inmediato.

     

    El Gran Profesor Ignis comenzó a explicar que, para convertirse en verdaderos magos del fuego, debían aprender el arte de apagar incendios. Pero, en lugar de llevarlos a una experiencia real de fuego, decidió hacerlo de manera más segura y humorística.

     

    Con una varita mágica en una mano y el pañuelo de seda en la otra, Ignis hizo una demostración asombrosa. Hizo que el pañuelo se incendiara misteriosamente y, en un giro rápido, lo extinguió con una ráfaga de aire. Los niños miraban con asombro y risas nerviosas mientras el maestro hacía malabares con el fuego y el pañuelo.

     

    "¿Quién quiere aprender el arte de apagar el fuego?" preguntó Ignis con una sonrisa traviesa. Los niños, emocionados, levantaron las manos al unísono.

     

    El Gran Profesor Ignis les entregó a cada uno un pañuelo de seda y les mostró cómo hacerlo. Los niños sostenían sus pañuelos, imitando los gestos del maestro, y pronto estaban extinguiendo "incendios" imaginarios en el aula.

     

    La lección continuó con más trucos mágicos, incluyendo llamas que surgían de un sombrero de copa y se extinguían con un simple soplido. Los niños se reían a carcajadas mientras aprendían el valioso arte de apagar incendios sin poner en peligro su seguridad.

     

    Pero el Gran Profesor Ignis aún guardaba un as bajo la manga. Sacó un extintor real y les mostró cómo funcionaba. Les explicó que, aunque los trucos eran divertidos, el extintor era la herramienta verdadera para apagar incendios. Los niños observaron con atención mientras el maestro apuntaba el extintor y desataba una cortina de espuma blanca que cubría al Gran Profesor Ignis por completo.

     

    La sorpresa y la risa llenaron el aula cuando el maestro emergió de la espuma como si hubiera sido tragado por una nube mágica. Los niños aplaudieron y rieron, y comprendieron que los extintores eran instrumentos poderosos que debían respetar y entender.

     

    La lección del Gran Profesor Ignis se convirtió en un momento memorable en la escuela. Los niños se llevaron consigo un recuerdo divertido y valioso sobre la importancia de los extintores. Aprendieron que, aunque el fuego puede ser peligroso y aterrador, también puede ser dominado con las herramientas adecuadas y un poco de magia.

     

    Desde ese día, los extintores en la escuela ya no fueron objetos ignorados en las esquinas, sino aliados mágicos para mantener a raya al dragón del fuego. Los niños se convirtieron en auténticos magos del fuego, listos para enfrentar cualquier emergencia con valentía y conocimiento.

     

    Y así, en un rincón de la educación, se escribió una lección inolvidable en la que la creatividad, el humor y la sabiduría se unieron para enseñar a los niños una valiosa lección sobre la importancia de los extintores. La historia del Gran Profesor Ignis y su magia del fuego se convirtió en una leyenda en la escuela, una historia que se contaría una y otra vez, recordando a todos que el aprendizaje puede ser sorprendente y divertido, incluso cuando se trata de lecciones de seguridad.

  • Sonia Bermudez el miércoles 18 de octubre de 2023, 14:04 hs

    En los días antiguos de un tiempo ya olvidado, cuando el mundo estaba sumido en sombras y los corazones de los hombres anhelaban aventura y descubrimiento, un grupo de jóvenes valientes se embarcó en una travesía inolvidable de Sevilla turismo. Estos jóvenes, estudiantes de un instituto en una tierra lejana, se encontraron en el umbral de una experiencia mágica que los llevaría a las profundidades de la historia y la cultura de la gloriosa Sevilla, en España. Su destino era una ganadería de reses bravas, un rincón sagrado donde la pasión y el coraje de estos majestuosos animales se entrelazaban con la historia de la región.

     

    La aventura comenzó en un día soleado, cuando los rayos dorados del sol acariciaban la tierra andaluza. Los jóvenes, vestidos con ropas sencillas pero llenos de entusiasmo, se reunieron en la entrada de la ganadería. Allí, un anciano sabio que parecía haber nacido de la misma tierra, los recibió con una sonrisa sabia y arrugada. Era el guía, un hombre de historias interminables y conocimiento insondable, cuya voz parecía susurrar los secretos de la tierra y los tiempos inmemoriales.

     

    El grupo, siguiendo al guía, se adentró en la ganadería como exploradores de un mundo antiguo. Los campos ondulantes se extendían ante ellos, teñidos de un verde intenso. Las colinas, cubiertas de misterio y promesa, se erguían como guardianes silenciosos de este reino donde las reses bravas habían sido criadas durante generaciones. La emoción y la anticipación llenaban el aire, mientras los jóvenes seguían a su guía por este mundo nuevo.

     

    Las reses bravas, majestuosas y poderosas, pastaban con gracia en el horizonte. Sus cuernos, imponentes y elegantes, se alzaban hacia el cielo como símbolos de la fortaleza y la belleza que estos animales encarnaban. Los jóvenes observaban maravillados mientras el guía les contaba la historia de estas criaturas, inseparables de la identidad de Sevilla y de la tradición de la tauromaquia. A medida que las historias se desplegaban como antiguos pergaminos, los estudiantes comprendieron que estaban ante algo más que simples animales; eran guardianes de una herencia, testigos de la historia y la pasión de una tierra.

     

    La visita ganaderia guiada los llevó a los establos, donde pudieron acercarse aún más a las reses bravas. Sus ojos curiosos reflejaban el resplandor del sol y la sabiduría de generaciones pasadas. El guía les habló de la importancia de mantener la pureza de la raza y del cuidado y dedicación que requería esta labor. Los jóvenes, inspirados por la devoción que veían, se sintieron conectados con la historia y la tradición de la ganadería.

     

    La experiencia no se limitó solo a la observación, ya que los estudiantes tuvieron la oportunidad de participar en las actividades diarias de la ganadería. Bajo la guía de los experimentados vaqueros, ayudaron en la alimentación y el cuidado de las reses bravas, sintiendo la fuerza y el poder de estos animales de cerca. Cada tarea se convirtió en una lección de respeto y humildad, ya que los jóvenes aprendieron a apreciar la belleza de la naturaleza y la importancia de preservarla.

     

    A medida que avanzaba el día, el sol comenzó a descender en el cielo, y la ganadería cobró vida con los colores cálidos del atardecer. Los jóvenes y su guía se sentaron alrededor de una hoguera, donde compartieron historias y canciones, como antiguos trovadores que celebraban la belleza y la pasión de Sevilla. La música y la danza se entrelazaron con las sombras de la noche, creando una atmósfera mágica que unía el pasado y el presente.

     

    La noche cayó, y la luna se alzó en el firmamento, iluminando el camino de regreso. Los jóvenes dejaron la ganadería con el corazón lleno de gratitud y admiración por la tierra que habían explorado y las criaturas que habían conocido. Su visita había sido una lección de historia, cultura y respeto por la naturaleza, una experiencia mágica que cambiaría sus vidas para siempre.

     

    En los días que siguieron, los jóvenes compartieron sus vivencias con amigos y familiares, extendiendo la magia de Sevilla a todos los que los rodeaban. Las lecciones aprendidas en la ganadería de reses bravas se convirtieron en tesoros que llevarían consigo a lo largo de sus vidas, recordándoles la importancia de preservar las tradiciones y la belleza de la tierra que habían tenido el honor de conocer.

     

    Y así, en una tierra llena de historia y pasión, un grupo de jóvenes encontró la magia en la visita a una ganadería de reses bravas. En esa aventura, descubrieron no solo la belleza de la naturaleza y la historia de su tierra, sino también la fuerza y el coraje que reside en el corazón de todas las criaturas, grandes y pequeñas. En sus corazones, llevaron el espíritu de Sevilla, el legado de la ganadería y la promesa de un futuro en el que la belleza y la tradición perdurarían para siempre.